Con la reciente edición de tres plaquettes de poesía (Leer de espaldas, de Tuti Curani; Fulgor, de Chica Desario; y Los colmillos, de Dení Rodríguez Ballejo), Ludwig Ediciones sigue sumando a su catálogo títulos que se caracterizan por un cuidadísimo trabajo artesanal y editorial. Desde 2011, Enzo Campos Córdoba y
María Ludwig llevan adelante un proyecto donde la mano del editor se pone al servicio de cada detalle de la producción.
Son una editorial multifacética: editan fanzines,
revistas, libros, y ahora amplían su catálogo con la publicación de plaquettes
de poesía. ¿Cuál es el núcleo que organiza y da sentido a esta variedad? ¿Cómo
piensan la construcción de la identidad editorial?
Tratamos de
pensar el catálogo desde lo que buscamos expresar y los autores que puedan
reflejar eso. La variedad de formatos también tiene que ver con esa necesidad:
nos gusta trabajar par a par con los autores, lograr una edición que acompañe y
fortalezca la obra desde la primera impresión.
Cada plaquette tiene su propio formato, su propia
personalidad, como si ya desde su misma presencia física anunciaran algo de su
contenido. ¿Cómo fue el trabajo de editar en conjunto títulos tan diferentes?
La colección de
plaquetas la pensamos de muchas maneras, pero después de darle tantas vueltas,
decidimos que simplemente fluyera. Sabemos que nuestra elección de autores
tiene una estética definida por nuestras ideas y preferencias editoriales.
El trabajo con
los autores fue muy simple, ellos tenían más o menos una idea de lo que querían
y nosotros también, así que fue simplemente sentarse a hablar y consensuar.
¿Cuál fue el criterio que guió la
elección de lxs autorxs? ¿Fue diferente el proceso de edición para cada unx?
A
los tres los conocemos hace un tiempo y hasta hemos trabajado juntos en
distintos proyectos. Eso facilitó bastante los procesos de edición de cada uno.
Con
Tuti y Desario laburamos un poco más el proceso de edición. Ambas colaboraron
bastante con el tema de las tapas de las plaquetas y decidimos el formato en
conjunto.
El
caso de Dení fue distinto, porque manejamos tiempos mucho más acotados, fue
algo así como una decisión de último momento. Él nos mandó tres series de
textos para que elijamos y decidimos hacer un mix de eso. Pensando en su forma
de declamar, tan teatral, y en su estilo de escritura, optamos por un formato
un poco más “melodramático”: cargado, pero al mismo tiempo fresco y
experimental.
Combinan la edición artesanal con
la digital. ¿En cuál de los dos mundos se sienten más cómodos? ¿En dónde hacen
más foco a la hora de pensar las decisiones editoriales?
Lo
artesanal es nuestro principal interés desde siempre. Lo digital lo vemos como
un complemento muy útil, pero nuestro foco está en los formatos objeto, en lo
más manipulable.
Lejos de “asesinar” lo artesanal,
la omnipresencia de lo digital parece haberle dado una nueva vida, un nuevo
sentido. ¿Cuál creen que es el futuro de la edición artesanal en su convivencia
con la edición digital?
Depende
del enfoque de cada editorial, pero en nuestro caso, consideramos que la
convivencia es posible y necesaria.
El
libro-objeto te da cosas que no podés conseguir con lo virtual, pero lo digital
te abre canales de comunicación a los que es casi imposible acceder de otra
manera. Para nosotros es importante llegar a la mayor cantidad de personas sin
perder el sentido de lo artesanal en ese proceso de comunicación. La masividad
que ofrece Internet hay que aprovecharla: si alguien se interesa por nuestras
publicaciones al verlas en alguna de las redes sociales que manejamos, sabe que
puede adquirir el formato físico y disfrutar la materialidad de un trabajo
cuidado y dedicado.
¿Cuáles son los planes de Ludwig
Ediciones para el futuro remoto/inmediato?
En
principio, seguir publicando nuestra revista, La Lumbre. Después,
tenemos una serie de plaquetas nuevas de fotografía e ilustración. Y para
cerrar el año, vamos a publicar un poemario de Dení Rodríguez Ballejo.